martes, 25 de diciembre de 2018

¿Colaboran el PSOE o el PP con el nacionalismo?

Este es un tema que aparece de forma recurrente en las redes sociales y que nunca he visto argumentar bien. Así que lo intentaré.

Vaya por delante la parte fácil, ya muy desarrollada en el blog: considero que el PSOE ha apoyado al nacionalismo desde hace mucho y lo apoya hoy día. Lo hace cuando da cancha a sus ideas más enfermizas (nación, imposición de la lengua, prejuicios anti-España con la promoción de temas franquistas...) o cuando se une a él para arrinconar al PP (Tinell).




 
El PSOE sigue una estrategia de constante doble juego y demagogia. Vistiendo de voluntarismo y elevadas intenciones lo que en realidad es apoyar prejuicios y ser permisivo ante la conculcación de los derechos de los no nacionalistas.





Ahora vayamos a la parte que es más difícil de explicar. El por qué no es real que el PP haga lo mismo o algo equivalente cuando pacta con partidos nacionalistas.

Empecemos mirando qué ha hecho el PP frente a la estrategia conjunta de nacionalistas y PSOE para arrinconarlo: el PP ha intentado romper el cerco mediante alianzas con los partidos nacionalistas (Aznar 1ª etapa), enfrentarse a ellos con sus mismas estrategias emociológicas (Aznar 2ª etapa), o mostrarse asertivo, negociando con quien se comporta y dejando que se autodestruya quien desbarre y se salte la ley (Rajoy).

Estrategias que en todos los casos acabaron con un enfrentamiento directo de los partidos nacionalistas contra el PP y el Estado y posterior búsqueda de la cobertura del PSOE cuando ya no podían más. En la etapa Aznar, el Plan Ibarretxe y el Pacto de Estella acabaron con HB ilegalizada, para ser relegalizada luego en la etapa de Zapatero. El Procés ha acabado con la cúpula de ERC y de lo que fue CiU en la cárcel y el posterior apoyo a Sánchez, partidario de indultarles. Al nacionalismo siempre le queda la opción de casa, como en el pilla-pilla, el cobijo de la izquierda.


¿Lo peor de las estrategias del PP con el nacionalismo? Yo creo que el gran fallo del PP está en el manejo de las lenguas locales. Creer que si ellos también las usan quedará desactivado su potencial frentista. Y no es así. La diferenciación mediante lenguas es una palanca útil para los manipuladores y no dejará de serlo porque una parte no lo quiera.
Pero, en todo caso, para el PP es una estrategia defensiva, no de apoyo al nacionalismo.



 

Hasta aquí un bosquejo de lo que ha hecho cada uno. Donde ya se intuye la diferencia entre PP y PSOE. 
Vayamos a cómo se puede interpretar para que quede más claro.


Una cosa son los partidos y otra las ideologías (o emociologías en este caso).

Con los partidos, salvo excepciones puntuales con quien se salta la ley (HB mientras existía ETA...), se necesita pactar. Todos lo hacen y quien no lo haga se "auto-margina". Se pone las cosas más difíciles.

De hecho, el juego de Tinell o los cordones sanitarios buscan eso. Limitar las posibilidades de algunos partidos. Algo no muy democrático a mi modo de ver. Ya que los partidos representan a grupos de ciudadanos que, nos gusten más o menos, tienen derecho a ser escuchados y tenidos en cuenta.

Por eso, cuando el PP ha participado en el juego de negociación con los partidos nacionalistas e intentado recabar apoyos, ha hecho sencillamente lo normal. Lo correcto.



Otra cosa muy distinta son las ideologías. Y, aun más, las emociologías, las perversiones manipuladoras que enfrentan a la sociedad y la envenenan.

La emociología nacionalista/secesionista no debe apoyarse. Y eso el PP no lo ha hecho nunca y sí el PSOE. Cuando habla de naciones reforzando el discurso nacionalista, aunque luego lo disfrace diciendo que se refiere sólo a la acepción cultural de nación. Cuando refuerza el prejuicio de la España franquista tan del uso nacionalista. Cuando se justifica el victimismo nacionalista diciendo que el PP les maltrata (Estatuto...). Cuando facilita el marcado del territorio siendo permisivo con incumplimientos de la ley (neutralidad espacio público) y despreciando ellos mismos los símbolos comunes…


 


Por último, me gustaría dejar claro que no pretendo describir esto como un juego de buenos y malos. También hay errores desde la derecha. Pero no son de apoyo al nacionalismo. Hay, si acaso, de respuesta manipuladora al nacionalismo. De lo que podríamos llamar emociología antinacionalista. Pero no es característica del PP (si acaso en algún momento de Aznar). Es algo más característico de algunos medios de la derecha y, ahora, de Vox.






Un populismo de derechas al que, sin embargo, no se le puede achacar ninguna conculcación de los derechos de sus adversarios. Y eso a pesar de que algunos de sus miembros han sufrido agresiones brutales del nacionalismo.


Es decir, un mal mensaje a mi modo de ver, un discurso que no comparto y que creo que puede evolucionar mal, pero no algo a denunciar como antidemocrático. No como el nacionalismo. O como apoyar a un nacionalismo extremo.




martes, 18 de diciembre de 2018

Democracia y respeto

Muy a menudo se olvida que la esencia de la democracia es el respeto. Lo que llaman derechos individuales.
 

Democracia no es hacer lo que quiera la mayoría, por mucho que esta deba influir,
no es mantener las costumbres, aunque las tengamos fuerte apego,
ni imponer nuestras creencias, por intensas que estas sean.

Y, como el respeto es difícil de practicar, ya que las sensibilidades son variadas y se puede agredir a alguien incluso sin ser consciente de ello... existe la ley.


No hay democracia sin respeto al individuo, ni respeto sin ley.



Respeto a los homosexuales, aunque sean minoría
Respeto a los que tienen una religión aunque no esta nos convenza.
Respeto de los que creen en una religión a los que no, aunque no vean satisfechos sus preceptos más esenciales.
Respeto del poderoso con quien no lo es. Y de quien no lo es con el poderoso...




Y el respeto al diferente es lo que nunca cumplen quienes manejan a la sociedad con fantasías emocionales. De ahí que las emociologías no suelan ser muy democráticas en el fondo. E incluso sea habitual que evolucionen hacia la coacción física a medio plazo, dejando de ser democráticas (véase el caso de Venezuela).





Por poner algunos ejemplos concretos:

- En España, un ejemplo bastante obvio es el del nacionalismo. Tanto derecho tiene un nacionalista a que le permitan vivir con sus costumbres como un no nacionalista a que no le impongan las costumbres nacionalistas.

Cumplir la ley, respetar la neutralidad del espacio común, no promocionar las lenguas locales desde el Estado (como no se promocionan las religiones)... están relacionados con derechos esenciales que los nacionalismos no suelen respetar.



- Las manipulaciones con lo políticamente correcto también suelen suponer un riesgo falta de respeto.
Son una especie de presiones del "qué dirán" globalizado. Y quizá sean la antesala de algo peor, de los populismos.





- Y, en general, es fácil caer en la falta de respeto cuando se opta por las respuestas agresivas.

Un ejemplo de hoy: conviene defender tanto el derecho de una mujer a no ser discriminada o maltratada, como el derecho de Woody Allen a no sufrir una condena por meras sospechas.




Emociologías: Tipos de respuesta



¿Conclusión?  Que, como diría Kiko Veneno...

está muy bien eso de la democracia,
yo me comprometo,
pero no me des un dulce como a un niño,
te estoy hablando de respeto.



Populismo (si somos un grupo oprimido... la agresividad está justificada)
Corrección (si el mensaje es feminista/ecológico/... no debe ser cuestionado)
Respuesta agresiva (si la situación es dramática... todo vale en respuesta)

Como diría Popper: el respeto en democracia y sus enemigos emocionales. :-)

jueves, 6 de diciembre de 2018

Extremismo y populismo en España. Responsables.

Continuando la entrada anterior, en la que analizaba las diferencias entre populismo y extremismo y su aplicación a la política española, daré un paso más. Analizando su estado actual y los responsables.


En España tradicionalmente teníamos dos populismos: uno de izquierda (IU) y otro nacionalista (PNV, CiU...).
Y un extremismo: el secesionismo (esencialmente HB-ETA), el único que incorporaba la coacción violenta.












Durante la etapa de Rajoy el secesionismo frenó en su extremismo. Por necesidad, que no por convicción, el renunció a la violencia física en el País Vasco. Volviendo al redil como un mero populismo con guiños extremistas. No convertido pero si contenido.





A cambio, el nacionalismo catalán se extremó y optó por la violencia de baja intensidad y el desacato a la ley. Lo que Rajoy aprovechó para que se desarrollase la respuesta al populismo nacionalista catalán, a la imposición catalanista. No era mala opción si el resto de fuerzas constitucionalistas hubiesen acompañado.




Ya fuera de la influencia de Rajoy, no generado por él, durante su etapa también se incorporó otro populismo, el de derechas. Y el populismo de izquierda amagó volverse extremo con Iglesias. Veamos quienes fueron sus responsables.


El PSC y Sánchez, el candidato de Iceta como antes Zapatero fue el candidato de Maragall, son los responsables de que el populismo de izquierda y nacionalista catalán se extremasen. Al dejarles claro que, hiciesen lo que hiciesen, les ofrecerían después una salida sin coste.





Siendo especialmente evidente la responsabilidad del PSC respecto del nacionalismo. Ya que es una estrategia aplicada durante ya décadas, demasiado repetida para que no resulte evidente.



Y eso a pesar de la resistencia de una parte del PSOE que intentó mantenerse como una izquierda honesta. No santa, que nadie lo es, pero sí claramente no populista. Un PSOE socialdemócrata como el que en su día intentaron liderar Rosa Díez, Bono o Susana Díaz.




 

Por otro lado, a la derecha la han radicalizado los medios de derecha. Que en su lucha de poder contra Rajoy no dudaron de tirar de distorsiones populistas.


Y Cs, a quien, aunque nació para defender los valores democráticos desde la izquierda cuando el PSOE de Zapatero los pervertía,




le pudo la ambición y decidió aprovechar la campaña de los medios. Sumándose a la campaña e intentando aprovechar el viento mediático para sustituir al PP.




miércoles, 5 de diciembre de 2018

Extremismo y populismo en España


¿Es lo mismo un partido extremista que uno populista? 
¿Son lo mismo la extrema derecha o izquierda que el populismo?

Sin ser algo que esté nítidamente definido, yo creo que es claro que no.

Un partido populista es un partido con un discurso frentista, emocional y adictivo. Un partido que divide y enfrenta a la sociedad a partir de alguna faceta (nivel económico, lengua, bandera, religión...).




El populismo es la manipulación con historias de ilusión, indignación y supremacismo. Un tipo de demagogia que siempre incorpora alguna pretensión de superioridad (racial, cultural, ética...)



¿Y un partido extremista? La extrema derecha o izquierda sería eso mismo pero con un paso más: la justificación y uso de la violencia.


Un ejemplo de definición encontrada en la web (http://monografias.com ):

extrema derecha se emplea en política para describir a personas o grupos que apoyan las posiciones de la derecha política, defendiendo de forma violenta sus ideas o siendo partidarios del uso de estos medios.


Por lo tanto un partido populista sería otra cosa. Un partido manipulador pero no necesariamente violento. Todo partido extremista es populista pero no todo populismo es extremista.

Aunque no sea raro que los partidos populistas deriven en violentos a medida que consiguen poder, como ha ocurrido en Venezuela, creo que es importante tener clara la diferencia. Trump o el UKIP  pueden tener discursos con facetas populistas y es evidente que no son extremistas, no utilizan la violencia contra sus contrincantes.


Algunos ejemplos de la importancia de diferenciar entre populismo y extremismo:

 1) No es lo mismo un criminal que una persona violenta de la que sospechamos podría llegar a cometer un crimen. Uno merece la cárcel, el otro no. Con los partidos ocurriría lo mismo. Tiene sentido arrinconar (cordón sanitario) a un partido extremo, que coacciona, defiende o aprovecha la coacción para sacar adelante estrategias que si ella encontrarían oposición. Pero es exagerado e incluso injusto arrinconar a un partido populista, por mucho que nos pueda desagradar.

 2) Los partidos extremos siempre intentan justificarse acusando a sus contrincantes se serlo también. Por lo tanto, confundir ambos términos es facilitar la estrategia de los violentos. Es relativizar la importancia de la violencia.

 3) La confusión entre extremistas y populistas permite en la práctica, a todo el arco de partidos políticos, tanto exculpar a los violentos, resaltando tan sólo su faceta populista, como satanizar a sus adversarios, asignándolos la etiqueta de extremistas. Una confusión que manejada desde el interés partidista esta en la base de la tergiversación de la historia de ETA, de lo que se denomina equidistancia o de la teoría del conflicto. Primero se iguala y luego se diferencia cargando las tintas contra el adversario, no contra quien lo merece.




Vayamos a qué tenemos en España.

Vox es un partido claramente populista. De bandos enfrentados y discurso épico victimista. Pero no se le conoce ni violencia ni justificación de esta. Es decir, es fácil considerar que Vox es un partido populista de derechas, algo nuevo en la escena española. Pero no extremista, por mucho que algunos nos quieran confundir recordando los extremismos de derecha de la Guerra Civil o del franquismo.




Podemos, aun incorporando una cierta violencia (escraches, lazos fundacionales con Venezuela...), también es básicamente populista de izquierdas


Con algunos ramalazos extremos y ocasionales justificaciones de la violencia, Podemos a día de hoy no pasa de ser un partido populista. No creo que se pueda decir que apoyan o aprovechen la coacción violenta.
Un ejemplo de lo que sería este coqueteo con la violencia, un no rechazamos la violencias pero no la recomendamos.


 


Nos quedan los partidos nacionalistas. Y ahí sí que se ve violencia y coacción física. Los asesinatos de ETA no son simple criminalidad, son una forma de coacción brutal y efectiva de toda la sociedad. Y los partidos nacionalistas, que siempre han aprovechado esa intimidación para marcar y dominar el territorio, mantienen esa estrategia. Con disimulo, claro, ya que es ilegal, pero con clara eficacia.
Un ejemplo: al pasear por el País Vasco no se ve ni una sola bandera de España ¿no hay nadie que quisiese colgarla de su balcón? Es obvio que no, alguno habría, lo que hay es miedo.

Las brutales agresiones de Alsasua y el posterior apoyo a los agresores de los partidos nacionalistas son un claro indicio de que esa presión sigue. O una noticia de hoy mismo:



¿Conclusión? En el nacionalismo sí hay extremismo. No todos lo practican de manera activa, pero el nacionalismo no sólo despliega un mensaje populista que divide y enfrenta la sociedad. 



Sino que además se justifican los actos de violencia, se relativizan equiparándolos a una supuesta violencia opuesta del Estado y se aprovecha en la práctica la coacción que sufre la población no nacionalista.


No pretendo decir que todos los partidos nacionalistas sean extremistas. Puede ser cuestionable en los casos de partidos como el PNV, que despliegan la demagogia de la equidistancia y, aunque aprovechan claramente los efectos de la coacción, no la promueven. Pero algunos, como Bildu, sin duda son nacionalismo extremo.  

Y no lo eran los partidos nacionalistas catalanes. Al menos hasta el Procés, ya que este que ha incorporado, por mucho que sus protagonistas intenten negarlo, facetas de violencia e intimidación física y de utilización partidista de la coacción del Estado desde las administraciones controladas por el nacionalismo.




/***/


P.S1: (5 dic 2018) Esta confusión entre populistas y extremistas facilita que Sánchez se apoye en partidos que están en una estrategia extrema (un golpe de Estado lo es, claro) y a la vez acuse de franquista (extremista) a su oposición.
O para que Cs acuse al PP de hacer lo mismo que el PSOE puesto que colaboró con el PNV al fijar el Cupo.

 

domingo, 25 de noviembre de 2018

¿Ni media broma con el MeToo?

He visto el último anuncio del Gobierno en contra de la violencia machista. "Ni media broma" es el lema. Y no me gusta.





1- El vídeo se inicia con silencio, lo que ya me sugiere una cierta intención de silenciar.


2- "Ni media broma" es una expresión con connotaciones de intolerancia. Es una expresión que viene a decir que no se tolerarán discrepancias o argumentaciones en contra.

3- Las interpretaciones de los actores muestran indignación hasta la agresividad. No firmeza serena. 
Por supuesto, estoy de acuerdo con el fin explícito: el rechazo a la violencia machista. Sin tapujos, bromas ni medias tintas.

Quizá yo lo podría ampliar a violencia en familia. No solo de hombres a sus parejas femeninas, aunque probablemente sea el predominante. Sino también el de las mujeres a sus parejas, hombres a sus parejas del mismo sexo, padres a hijos o hijos a padres... Pero no liemos el tema en el arranque. No me parece mal centrar en la violencia de los hombres contra sus parejas mujeres, ya que es el más habitual.

Mi crítica está en el cómo del anuncio. El peligro de que caiga en dos errores relacionados entre si. Las trampas de la corrección y de la respuesta agresiva.
 

 
El riesgo de caer en la corrección política se podría ver en el lema. "Ni media broma" se puede interpretar como un intento de que el tema se vuelva tabú. Sugiere que cualquier trivialidad, matización o argumentación sobre un tema de violencia machista merece rechazo.

Pero claro... los humanos necesitamos poder trivializar, jugar a matizar y a argumentar para hacernos libremente una opinión.



Así que al aceptar esta consideración de "ni media broma" estaríamos arriesgándonos a caer en la manipulación de lo políticamente correcto. Esa variante de presión emocional que pretende bloquear de inicio la argumentación respecto de algunos temas.



Una forma de manipulación más peligrosa de lo que aparenta, a mi modo de ver. Acostumbrar a la sociedad a dejarse manipular no es sano.



Pondré un ejemplo de uso de una expresión similar para acallar cualquier discrepancia (sí, pongo un ejemplo de Pablo Iglesias ya que Podemos parece tener influencia en la comunicación gubernamental a día de hoy):

 “La gente no nos va a consentir ni media tontería. El mandato que tenemos de la gente es ganar al PP y ni media tontería con cuestiones internas”, ha aseverado Iglesias. También ha exigido que “nadie se dedique a marear la perdiz” después de que los dos aspirantes a liderar las listas, el secretario de Análisis Estratégico y Cambio Político y la portavoz en la Asamblea, Lorena Ruiz-Huerta, de Anticapitalistas, discreparan del proceso interno.

 





Es decir, erradicar la violencia es un objetivo positivo. Pero, dado que todo se puede hacer mal, todo debe poderse criticar. Se pueden caer en hacer leyes discriminatorias, en linchamientos mediáticos... así mantener la posibilidad de discrepancia abierta y despierta es necesario.



Por otro lado está la agresividad. Como indicó en mi teoría de las emociologías, frente a una presión manipuladora no es difícil caer en una respuesta igualmente manipuladora.




Si miro el vídeo de "ni media broma"... no pretendo ser el protagonista de Miénteme pero yo diría que transmite agresividad contenida.

Por poner un ejemplo para comparar. El anunció del PP contra la violencia de género, con el inconveniente de ser un spot de partido, lo que siempre limita la capacidad de propagación de un mensaje, creo que es bastante más sano. Busca mostrar firmeza y rechazo, pero no agresividad.




 El tipo de respuesta que considero conveniente. Una respuesta asertiva.




Por último, me gustaría resaltar que no pretendo realizar una argumentación perfeccionista. De objeciones puntillistas ante una posibilidad imaginaría, una precaución excesiva.

Así que pondré algunos ejemplos del efecto negativo de estas manipulaciones frente a la violencia machista:

 
1- La pérdida de la objetividad: Un ejemplo de transformación de un problema familiar a analizar en una lucha sectaria en la que tomar partido por un bando: machismo, feminismo, España vs Italia...



 El Mundo: Juana Rivas, "manipuladora" y con "funcionamiento mental patológico" según la perito imparcial italiana


2- Cuestionamiento de la independencia de poderes y campaña contra el discrepante.


La Vanguardia: 750 jueces presentan una queja por la "presión social" contra el tribunal de ‘La Manada’

3- Legislación discriminatoria en favor de la mujer.

Peligrosa ruptura de un principio importante, el del artículo 14 de la Constitución Española: "Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social."



4- Linchamiento de los sospechosos.




El movimiento 'Me Too' consigue que Woody Allen se quede sin película anual 



Para finalizar, enlazaré un corte de la genial película "Un hombre para la eternidad" ("A man for all seasons" de Fred Zinnemann). Que nos recuerda los peligros de la falta de moderación en la respuesta contra los males.


lunes, 19 de noviembre de 2018

Es fácil acabar con el nacionalismo, si sabes cómo


¿Cómo salir de unos nacionalismos que nos enfrentan innecesariamente?




 

Tras darle muchas vueltas, creo que hay unas pocas ideas sencillas que conviene tener claras para para resolver algo que no es simple.


Lo primero es tener claro quién es el aliado sostiene al nacionalismo. Los nacionalismos parecen muy fuertes pero no lo son tanto. Lo parecen porque un partido de ámbito nacional los apoya: el PSOE.

Apoyo mediático, permisividad policial, soporte internacional, refuerzo judicial, cobertura legislativa... sin todo este apoyo el nacionalismo no podría dominar y marcar su territorio como lo hace. Y lo recibe por influencia del PSOE, por activa o por pasiva (legalización de HB, 155 suave, no condena europea, apoyo a inmersión lingüística obligatoria...)


 



Segundo, fijarse en quién hace que el PSOE colabore con el nacionalismo. Ya que es un partido grande y no tiene una posición uniforme sobre este tema .

Hay que tenerlo claro, el filonacionalsmo es dominante en el PSOE por el PSC.

Zapatero venció a Bono por el apoyo de Maragall.
Sánchez venció a Díaz por el apoyo de Iceta.
El precio ha sido el mismo en ambos casos: que el PSOE siguiese la estrategia Tinell / Moción de censura. Que el PSOE se aliase con los nacionalistas.


Hay que orientar la crítica al corazón del problema, el PSC.
Es el corazón que hace que se bombee el alimento al nacionalismo y por lo tanto su punto débil.


Conviene que tengan claro qué papel juega el PSOE, quienes realmente sufren el problema: los catalanes y vascos no nacionalistas.
 
 
 


Tercero, hay que identificar el interés subyacente de PSOE-PSC, ¿Por qué lo hacen? Porque ayudar a los nacionalistas a ser dominantes en su zona, posibilita arrinconar al PP, lo que a su vez sirve para conseguir el gobierno de España.

Así que conviene apoyar en esto al PP. No a Cs, que pactará con el PSOE. Ni a Vox, que es un brindis al sol que quita eficacia al voto contra el nacionalismo. Ambos votos favorecen que la estrategia del PSC que hace que la tensión nacionalista sea útil al PSOE.


Y el PSOE no dejará esta estrategia mientras sirva para llegar al Gobierno a quienes la siguen. Zapatero es de León y Sánchez de Madrid. Esto no es cuestión de ideología. Sencillamente, ser filonacionalista tiene premio.

 


Cuarto, no sólo hay que desmontar el mensaje nacionalista, también el filonacionalista. El famoso catalanismo con el que el PSC disfraza sus intrigas.



Y tener claro qué buscamos. Quien se enfrenta al nacionalismo no es un "malvado franquista" como pretende hacer creer el filonacionalismo.
El objetivo es saludable: quitar prejuicios
Y la manera de hacer es sana: responder al nacionalismo sin cesiones ni agresividad, con firmeza asertiva.



Como decían en la Transición, se trata de buscar la libertad sin ira.
Una Segunda Transición que nos libere esta vez de los nacionalismos.









Quinto y último, una vez desbaratadas
las intrigas que imposibilitan tratar el problema de fondo, ya se puede atender de una forma emocionalmente adecuada, para que quede curado para siempre.









Y a disfrutar todos juntos del festín posterior. Sin exclusiones, como tras la primera Transición.







 …

sábado, 17 de noviembre de 2018

El voto a Susana Díaz y la izquierda honesta

Tras la victoria de Pedro Sánchez en las primarias frente a Susana Díaz, el PSOE ha retomado la estrategia del PSC. La misma de Zapatero tras su victoria frente a Bono. No en vano Sánchez contó con el apoyo de Iceta como Zapatero con el de Maragall.


Una estrategia, habitual en el PSC (o el PSE...) que pervierte al PSOE al arrastrarlo a la colaboración con el populismo de izquierdas y los nacionalismos. Ambos nada respetuosos con el discrepante, ambos escasamente democráticos.



Una colaboración que no provocará la ruptura de España, como vaticinan algunos con quizá prematuro alarmismo, pero que sí facilitará a los nacionalismos un control aun mayor en sus territorios. 

Lo que está en juego a día de hoy no es la unidad de España sino las libertades de parte de la ciudadanía. De los españoles no nacionalistas que tienen la desgracia de vivir en una zona dominada por el nacionalismo nada respetuoso. 
Así como la expansión del nacionalismo a nuevas Comunidades Autónomas (pasar a ser dominantes en Valencia, Baleares o Navarra, introducción en Asturias o Rioja). O la promoción del populismo en la opinión pública en general, al facilitar a Podemos el acceso a RTVE. 


Se hará poco a poco, para que no haya reacción en contra, pero incansablemente. Ya que es la condición que PSC, Podemos y nacionalistas han puesto a Sánchez cambio de su apoyo. Y se preocuparán de que se cumpla.




En ese panorama desolador de la izquierda es en el que Susana Díaz se presenta a la reelección en Andalucía. Y se pueden producir los siguientes resultados:

 - PP con Cs
 - Cs con PP
 - PSOE con Cs
 - PSOE con Podemos
 - PSOE sin Susana con Podemos

No ocultaré mi preferencia por la opción "PP con Cs". No confío en un Cs que nació junto con UPyD para regenerar a la izquierda en la época de Zapatero pero que luego ha cambiado de objetivo. Y primero asaltó UPyD ahora busca ante todo sustituir al PP.
Un Cs que no ha dudado para ello en respaldar múltiples veces a Sánchez (al intentar hacerle presidente, al cargar contra Rajoy durante la moción de censura, al cuestionar a Cifuentes amenazando apoyar al candidato del PSOE...). Un Cs que constantemente relativiza la perversión actual del PSOE al equiparar a PP y PSOE.




Pero, centrándonos en el voto a Susana Díaz, creo que la opción "PSOE con Podemos" no es viable. No hay duda que Podemos exigirá como condición la sustitución de Susana y que a Sánchez le conviene para afianzar su poder internamente.

Así que Susana y sus leales tendrían que soportar la presión de Sánchez y Podemos. Un enfrentamiento en el que ya perdieron en las primarias y que ahora, con los medios que da tener el Gobierno, sería aun más desequilibrado a favor de Sánchez.

¿Aceptarían los fieles a Susana perder sus puestos por fidelidad en vez de mantenerlos pasándose al bando ganador? Es poco probable. Solo hay que ver la fidelidad total a Sánchez en el Parlamento actual, que algún susanista tendrá.

Así que parece claro que, aunque hoy Sánchez muestre un apoyo cerrado a Susana para impedir que Andalucía pase a manos de PP y Cs, eso terminará en el instante en que se cierren las urnas. Ahí empezará un nuevo teatro: la simulación de que no soporta la presión de Podemos... y la claudicación final apoyando un candidato alternativo. Eso o que Díaz se someta sin condiciones a estrategia sanchista (como el Bono que Zapatero incorporó a su gobierno).


Quedaría la opción "PSOE con CS", que también parece posible. Pero es dudosa. A Cs le interesa ahora competir por el electorado del PP y luego, tras unas nuevas elecciones generales, elegir socio entre PP y PSOE (también por eso les equipara siempre).
Apoyando a Susana Díaz en Andalucía, Cs perdería bazas contra el PP y no se ganaría el apoyo del hoy poderoso Sánchez, que siempre puede ayudarlo contra el PP.


¿Adónde me lleva esta reflexión?

A que el electorado de izquierdas no partidario de la estrategia del PSC de aliarse con populistas y nacionalistas no tiene opción buena en estas elecciones. Votar a Susana Díaz será muy probablemente apoyar a Sánchez y su estrategia. Y no habrá marcha atrás hasta cuatro años después.

Quizá con el tiempo pudiesen aparecer nuevos partidos de izquierda, como en su día aparecieron UPyD (2007) o el Cs de la primera etapa (2006). Pero eso, a día de hoy, no se ve viable. El precedente con Zapatero es tardaron dos años en aparecer.
Ya se verá, pero sin duda España necesita una izquierda distinta, honesta. Alejada de la demagogia, el sectarismo frentista y la intriga sin escrúpulos.


jueves, 15 de noviembre de 2018

El partido impopular

La etapa de Rajoy, como he comentado varias veces, fue un pequeño milagro. Un remanso de paz en el río torrentoso de la demagogia política. Un milagro que permitió avanzar en infinidad de cuestiones: ETA, economía, empleo, Cajas, Eléctricas, nacionalismo catalán...

 
Por un momento se sustituyó la demagogia cortoplacista habitual del discurso político por la sensatez del gobierno. Por seguir con las metáforas, fue un castillo de integridad y sensatez, erigido sobre el terreno devastado por la demagogia de Zapatero y la crisis asociada.
Porque la demagogia siempre acaba en crisis, llegue esta desde el exterior o no. No se puede sorber (realizar tareas constructivas) a la vez que se sopla (se destruye la racionalidad con demagogia e intrigas)

Pero el castillo fue acosado por las fuerzas del populismo (Podemos y medios de derecha anti-Rajoy) y publicismo (PSOE y Cs). Que consiguieron asignar a Rajoy a la vez el papel de malvado de cuento que tanto gusta a los populistas y el de soso de los publicistas.


Un acoso que duró hasta caer derrotado por el ariete final: el Procés. Que, como un nuevo Tinell, facilitó la censura de un todos contra el PP.


Rajoy también cometió sus errores, por supuesto, aunque fuesen pocos y nada deshonestos.

En particular, el discurso le falló en tres facetas:

 - Escasez de discurso: Rajoy siempre pareció preferir dar los datos y que cada uno se montase su relato. Quizá lo hiciese por exceso de limpieza, por el pudor ante la idea de manipular. Pero la gente necesitamos un relato sobre el que asimilar los datos. Y las organizaciones lo necesitan para coordinar sus discursos. Sin relato, el partido no toca al unísono y la sociedad no entiende la melodía.

 - Errores de discurso: En algunos temas, el discurso pareció plegarse a una corrección política nada sana. Las lenguas locales no se critican, el frentismo con la memoria histórica no se responde, la deriva sectaria del feminismo se comparte, se aceptan los excesos perfeccionistas en el tratamiento de la corrupción... Fallos pequeños pero importantes. Fallos que, como vimos en las primarias, probablemente fuesen achacables más a Soraya, puesto que se vieron en el discurso de ella, no en los de Casado o Rajoy. ("Casado vs Soraya. Good vibrations" "Casado vs Soraya (2ª parte)"  )

 - Medios de comunicación: La política de medios fue un desastre a tenor de sus resultados:
     + Pareció querer estructurar el entorno mediático sobre un constructivo duopolio con Prisa a la izquierda y Planeta a la derecha. Pero la realidad es que han quedado ambos a la izquierda, con lo que España padece una vida mediática casi monocolor.
     + Los escasos medios de derecha remanentes estuvieron durante el periodo de Rajoy en una radicalidad que casi parecía un estado de guerra contra el PP. 
     + En los medios públicos, los sindicatos de izquierda se vieron fuertes como para intentar el asalto desde dentro.
Es decir, Rajoy acabó con todos los medios en contra. Y así no hay discurso posible.


Hasta aquí la etapa de Rajoy. Con un partido impopular pero grande; constructivo y sano. ¡Chapeau!


La llegada de Casado ha arrancado como un soplo de aire fresco. Corrigiendo, al menos en parte, las tres facetas que fallaban en el discurso de la etapa de Rajoy.
Y, en lo que se refiere a la organización, parece tener el partido alineado y estar promocionando a gente valiosa, como Alejandro Fernández en Cataluña (una buena combinación la de Alejandro en el Parlamento y Albiol en Badalona) 

Pero con el cambio en el discurso también están apareciendo problemas nuevos:

 - El primero es el riesgo de caer en el publicismo, empujado por la competición con Ciudadanos. Las sesiones de control en el Parlamento resultan un teatro esperpéntico. Con todos los grupos hablando para los medios y sin que ninguno diga nada digno de ser escuchado. Una cosa es incluir un detalle brillante y otra ser solo envoltorio.
A mi modo de ver, el Parlamento debería ser un sitio más serio. Donde se presenten planes de gobierno y criticas constructivas, con propuestas. No un concurso de mera dialéctica. Algo que además es el terreno ideal para los demagogos. No creo que Casado vaya a sacar ninguna ventaja en ese terreno a Sánchez o Rivera, especializados en ese tipo de concurso ("El engaño de Cs").

 - El segundo problema es el riesgo de volver a ser un partido incomprensible, que no se explica. Se ha visto con el tema del impuesto en las hipotecas o en el de la renovación del CGPJ. ¿Cuál es la posición del PP? Pues no se sabe muy bien.
Es cierto que hay unos hechos más o menos claros (propuesta de eliminar el impuesto o renovación en la práctica del CGPJ) pero no están acompañados de un discurso sólido, enunciado alto y claro.
Y creo que sé a que se debe. Es por el miedo tradicional del PP. El miedo a resultar impopular.
     + ¿Qué habría que decir en el caso del impuesto hipotecario? Pues la realidad, que el TS se equivocó al sugerir un cambio con retroactividad pero que lo ha corregido. No es que el TS se haya plegado a presiones, ni que la banca vaya a ser mala cuando repercuta el impuesto, que lo hará. El PP tendría que defender, alto y claro, al TS y a la banca frente a quienes los que atacan con populismo y publicismo... que son todos los demás.
Y, si se quiere, proponer eliminar el impuesto. Pero no usar esa propuesta para no enunciar claramente lo anterior.
     + ¿Y en el caso de la renovación del CGPJ? Aquí habría que decir cosas tan impopulares como que los parlamentarios son por ley quienes deben elegir a los jueces. Que por reprobable que sea la ministra Delgado, que lo es, se debe trabajar con ella mientras sea quien ostente la responsabilidad. Que un sistema en el que la elección la realizasen los jueces podría no representar el sentir general de la sociedad y es por eso por lo que los eligen los políticos. Y quizá hacer alguna propuesta, como la de los nombramientos vitalicios. 
¿Qué ha hecho en cambio? Hacer lo que debe, negociar, pero sin defenderlo con un discurso valiente, impopular.

Es decir, creo que al PP de Casado le está faltando presentarse como lo que debe ser un político: un líder, no un seguidor de la opinión pública ni el chico más popular del colegio.



Ese es el valor del PP. Gente profesional que es capaz de gobernar aportando algo a la sociedad. Crecimiento económico, defensa frente a los nacionalismos, colaboración entre comunidades y organismos, política exterior coherente... 
Ese es el valor del PP. Difícil de mantener, ya que implica aceptar ser impopular, pero valioso para el país y con rendimiento a medio plazo. Esa es su imagen y valor de marca.

Eso diferencia al PP del resto, que funcionan como concursantes de Gran hermano en el mejor de los casos (publicistas e intrigantes), o como sectarios sembradores de cizaña en el peor (populistas sectarios).


¿Corolario? Como dice el refrán: dime de qué presumes y te diré de qué careces. 

Así como el PSOE está siendo todo menos social (no lo es el provocar paro y pobreza) o español (dada su colaboración con los nacionalismos antiespañoles), el PP será un partido valioso en tanto en cuanto esté dispuesto a tomar y defender medidas impopulares cuando se necesiten.

Ni el PSOE parece capaz de hacer honor a sus siglas, ni el PP debe renunciar a contradecir las suyas cuando sea necesario.