jueves, 12 de octubre de 2017

Reforma de la Constitución: el PSOE en su laberinto


Una reforma de la Constitución, pudiendo en general ser positiva, tiene hoy varios inconvenientes.

El primero es que da aire al nacionalismo, que lo enfocará como un apoyo a sus prejuicios (somos distintos, tenemos derecho a la soberanía nacional...) 

No podemos obviar que para enfrentar a la gente (discurso de odio) antes hay que separarla en bandos (discurso separador). La nación de naciones es un apoyo al discurso separador, "somos nación" es el prejuicio central nacionalista.



El segundo es que no resuelve nada del problema nacionalista. La cuestión no es territorial, es de movilización de la sociedad mediante prejuicios frentistas. Y sí lo empeora, un mal planteamiento de partida aumenta la confusión y dificulta la desactivación de falsedades.
El relato no nacionalista aun no está suficientemente consolidado como para que esto no sea un problema.


Por último, se abre una reforma sin concretar y no existiendo estabilidad en los partidos. El PSOE viene de una lucha de poder personal entre Sánchez y Díaz, orgánica con PSC y PSA como principales baluartes e ideológica respecto filonacionalismo y populismo. No parece el momento de enfrentar una reforma de las reglas de juego estructurales.




Todo esto nos lleva a a que existe el riesgo de caer en excesos de demagogia. De todas las grandes grandes estructuras de demagogia (lo que yo llamo emociologías):

 - La nacionalista: al haberse arrancado la modificación de la CE asociada a la aplicación del 155 y el Procés.
 - La populista de izq: al estar el PSOE tentado de buscar el poder de la mano de Podemos.
 - La populista de dcha y antinacionalista: al haberse generado ya una fuerte reacción contra el Procés y tener el apoyo de bastantes medios.
 - ...

Y la que más me preocupa, la aparentemente más suave e inocua y por lo tanto más peligrosa, la asociada a lo políticamente correcto.


Los esas ideas-fuerza ante las que nadie parece poder oponerse ya que llevan automáticamente a la reprobación general. Ideas tipo "todos los votos deben contar igual" (como el sistema d'Hondt no tuviese un saludable objetivo de estabilidad democrática) o los "conflictos deben resolverse mediante el diálogo y una negociación en la que todos cedan" (como si no hubiese conflictos en los que uno agrede y el otro sólo se defiende)




Recordaré algo que ya plantee hace tiempo. La fuerza de lo políticamente correcto es la fuerza del prejuicio, de la presión emocional. Y esa es la base de los populismos. Si se acepta se está desbrozando el camino a los populismos. El fin no justifica los medios, tampoco para lo políticamente correcto.




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