martes, 18 de noviembre de 2014

España, demagogia y corrupción por etapas


Los españoles vivimos con Franco un mundo cerrado y protegido, con mucha religión y mucha hipocresía. El discurso era único, sin tensiones, y la corrupción cotidiana; como corresponde a los sistemas cerrados, a las dictaduras. Recuerdo a gente de la época refiriéndose al ayuntamiento como el "hay untamiento" mientras movían la mano como quien extiende la mantequilla sobre el pan.



De Suárez y Calvo Sotelo recuerdo poco, fueron transición. Con Felipe González llegaron cosas buenas: una democracia que se asentaba, Europa, prosperidad, libertades... Pero también se inició una demagogia fuerte de buenos y malos y la erosión partidista de la separación de poderes. La demagogia tuvo su máxima expresión en el crecimiento de los nacionalismos y el mantenimiento de ETA. El Gobierno de Felipe González se permitió hasta montar una organización criminal parapolicial para evitar combatir a ETA desde la faceta ideológica. "No te equivoques, Nicolás, nuestros amigos son los del PNV" llegó a decir años después. Ante todo la derecha no debía resultar aceptable y los nacionalistas eran compañeros en esa estrategia.

Y la corrupción no fue a menos. Al revés al menos en cantidad, con la prosperidad cada vez había más dinero, más botín a saquear.



Aznar fue un movimiento pendular, de reafirmación para una derecha satanizada como franquista. Se podría decir que con él la derecha salió del armario, volvía a ser aceptable. Se abrió la puerta a un gran crecimiento económico y a la denuncia de un nacionalismo que se había vuelto obligatorio, que había llegado a degradarse por los años sin oposición crítica hasta el punto de arrinconar a las víctimas del terrorismo y exaltar como héroes a los criminales. Una revolución en su momento, incluso hubo que recuperar el uso de la propia bandera de España.

Pero cometió un error importante. Desplegó una demagogia similar a la anterior pero de sentido contrario. Movilizó a la gente no solo contra ETA sino contra todo el nacionalismo y la izquierda, algo tan excesivo como el anterior discurso de Felipe contra toda la derecha. Digamos que siguió la estrategia de Pedro J. Ramírez de buscar el punto medio en el enfrentamiento de distorsiones opuestas. Algo desagradable que radicalizó y enfrentó a la sociedad.
El Pacto antiterrorista ofrecido por Zapatero fue un cebo en este sentido. Y Aznar mordió el anzuelo. Zapatero nunca pretendió hacer efectivo el pacto, tan solo buscaba la radicalización del PP, que extendiese su rechazo a todos los demás volviéndose esencialista. Ya no se rechazaría a ETA sino a todo aquel que tuviese algo que ver con ETA. Esto facilitó la estrategia de Zapatero de "todos contra el PP".
El 11-M fue el espejo en el que más duramente se reflejó esa España, encizañada y disfuncional.

¿Y la corrupción? Esa seguía por ahí. Como una realidad paralela acompañando a los políticos de todo signo y a su entorno. Y el botín seguía creciendo con el boom inmobiliario.



Zapatero fue un desmadre. La demagogia despegó de la realidad para volar sola. Resultó que a los españoles lo que nos importaba era la Guerra Civil y no sé qué más banderines populistas. Enquistó a la sociedad con sus pequeñas maldades y la desorientó con fantasías buenistas. Descentró a izquierdas, derechas y nacionalistas, a todos. 
Y no hubo Institución, entidad o regla que respetase (TC, Fiscalía, Estatutos, TVs, Telefónica, Endesa...)
Por no dejar sin resaltar también lo bueno, desarrolló algunas medidas sociales necesarias, como el matrimonio homosexual.

¿Y la corrupción? Creo que empezó a mirarse con atención. No por limpieza sino para utilizarla industrialmente como una baza contra el partido contrincante (lo de Juan Guerra quedaría pequeño en comparación)



Y así hemos llegado al día de hoy, a Rajoy, el mejor político hasta la fecha a mi modo imprudente de ver las cosas, que siempre tiene su peligro alabar a un vivo. El primero que no cultiva la demagogia populista, ni anti-izquierda, ni anti-nacionalista, ni anti-derecha ¡impresionante!. El primero que gobierna gobernando, no en permanente campaña de propaganda de distorsión partidista.

Y en ese vacío gubernamental resuenan los coletazos de décadas de propaganda demagógica. Es cierto que las aguas parecen revueltas y habrá quien diga que un bote no es manejable sin una mínima corriente de fondo, sin un discurso ideológico que aúne y movilice a la mayoría, lo que algunos llaman "hacer política". Ya se verá, pero entremedias yo disfruto del silencio. Un silencio que permite escuchar el delicado sonido de los engranajes de la democracia, la ley, la separación de poderes, los derechos individuales... ¿podría esa música suave ser nuestra corriente de fondo a largo plazo?

¿Y la corrupción? Parece que por primera vez se persigue sin miramientos partidistas ni apaños, en manos de Policía y Justicia. Caen como moscas... 



¿Mi conclusión?

El nacionalismo mueve masas en Cataluña al grito de mejor pobres y fuera de Europa que... respetar y aceptar que mi vecino del cuarto se sienta español y no por ello sea peor que yo... ni siquiera yo mejor que él.  

A la izquierda le ha salido una gemación en Podemos que va igual de desmadrada que CiU. Si los nacionalistas pretenden inventar un país para volver a estar donde ya están, en Europa, Podemos nos vende reinventar una democracia que funciona para crearla de nuevas contra los ricos y los poderes existentes, como si eso fuese un programa o un plan de acción con algún sentido y viabilidad práctica.

Y en alguna derecha se canta lo de que a la izquierda y al nacionalismo ni agua, como si en el esencialismo estuviese la única virtud posible. El acuerdo, la moderación, la posposición táctica o la transacción parecen consideradas máculas. Como si la moral propia fuese un plan de acción concreto y no una brújula de objetivos.


Es innegable que esto está caótico a día de hoy, pero a cambio se ven bien a las bases del sistema, el PP de Rajoy y el PSOE de Susana Díaz (a Pedro Sánchez le veo vacuo, la verdad, no le adivino estrategia, lo que es el mayor riesgo)
Es decir, sería la primera época en que se limita la demagogia, se afianzan las instituciones y se persigue la corrupción sin obstáculos.
No está tan mal. Hasta tendríamos por primera vez una ley de educación hecha por un gobierno que no cultiva la demagogia (espero y deseo que haya sido creada desde ese espíritu, no la conozco en realidad)



¿Una apuesta?

Podemos no creo que triunfe. Es demasiado absurdo y esto no es Venezuela. Allí había una enorme población muy pobre y maltratada que aupó el populismo de Chavez. Eso no existe aquí.

Nacionalismo. Creo que se irá pasando gracias a que no se les hace el juego desde el Gobierno y los partidos no nacionalistas. Bajando el suflé, el radicalismo, no desapareciendo la ideología, como pasó con el PNV tras el Plan Ibarretxe. La película de los apellidos vascos es un buen reflejo de lo que serían esos tiempos.

La derecha se moderará. Yo diría que en este caso el origen está en los Medios de Comunicación, no en la ciudadanía ni en ningún partido. Ya se les pasará pero es cierto que pueden hacer que el PP no repita gobierno, no sería la primera vez.

Corrupción. Está bien que se haya empezado a limpiar. No creo que estemos en la fase más corrupta e inmoral sino en lo contrario, en fase de limpieza. Al fin parece que se agarra a ese toro y la gente pide responsabilidades. Hay mucho camino que recorrer aún.

¿Todo puede salir mal? Pues sí, eso siempre. Pero no veo necesario seguir el juego a las profecías radicales ni de Mas ni de Podemos ni de los Losantos. No me creo ninguna de ellas.

Hay una regla que suele cumplirse. Cuando alguien politiza masivamente la vida de la gente y nos moviliza a unos contra otros… es que está jugando con la gente. Hay que protegerse de ellos y no creerse mucho sus fantasías, miedos o agravios.



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P.S.1: En los discursos sobre el populismo en Latinoamérica de Gloria Álvarez o Florentino Portero que enlacé en Blog "Pajas y obviedades - Podemos. Función e higiene" se resalta que el populismo no solo utiliza una demagogia que confunde a la gente apelando a sus sentimientos en vez de la razón. Excitando e intoxicando a la sociedad. Sino que además van socavando las instituciones, destruyéndolas o convirtiéndolas en extensiones del poder partidista. 
Creo que eso también ha acompañado en cierta medida a la demagogia en España. Desde el "Montesquieu ha muerto" de Guerra hasta el "¿Y esto lo sabe el fiscal general?" de Otegi. 
Y también vale para todos, derecha, izquierdas y nacionalistas y para todas las instituciones del Estado y entes públicos en general. Desde las de más alto poder como el TC o la Fiscalía... hasta las más cotidianas como la Educación o los Medios de Comunicación Públicos.
Bien estaría que igual que se afea el uso personal o partidista del dinero público se hiciese lo mismo con el uso personal o partidista del poder y medios públicos.

jueves, 13 de noviembre de 2014

La derecha confusa


Antes del triunfo de Rodríguez  Zapatero se produjo un hecho que probablemente posibilitó esa victoria. Una guerra de medios en la que tanto El Mundo como ABC pasaron de apoyar al Gobierno Aznar a hacerle la cama. Entiéndase, no dejaron de apoyar las ideas de la derecha, manteniendo a sus lectores, pero lo hicieron perjudicando siempre al partido de la derecha, al PP.
 
Ahí empezaron las grandes movilizaciones de la izquierda. El Decretazo creo que fue la primera. El Prestige la más vistosa y duradera. La Guerra de Irak la más impactante y movilizadora. Y finalmente, tras el 11-M… bueno, eso merece capítulo aparte, ahí todos lo hicieron muy mal.


Lo que más recuerdo de aquella época es la constante recepción en el ordenador (no había smartphones) de gracietas a lo Wyoming que dejaban al PP como malvado. O la reproducción constante en las portadas de ABC y El Mundo  de los temas preferidos de la izquierda (Prestige….).



Esto viene a cuento de que últimamente tengo una impresión parecida. En realidad todo empezó un par de meses después de ser elegido Rajoy. El Mundo, Intereconomía, Libertad Digital… parecieron no aceptar la estrategia mediática del nuevo gobierno. Ellos le habían aupado y querían su cacho, parecían decir.


La estrategia esta vez ha sido extremar el deseo conservador de la derecha, que busca en la claridad, la seguridad. Una distorsión de los conceptos, no su negación. De tal forma que si una pintura negra tuviese un 1% de blanco… ya sería blanco ¿no? ¿Acaso alguien puede negar que el blanco es blanco? 


Unos  ejemplos:


-          El referéndum del  9-N no se ha realizado, lo ha cortado por unanimidad (milagro) el TC y han tenido que contentarse con ser una importante movilización partidista nacionalista… Es decir, una solución buena en todos los aspectos (legalidad, legitimidad e imagen) y aceptable para todas las partes. Pues no. La conclusión es que la legalidad no existe y el Estado de Derecho y el imperio de la Ley están poco menos que destruidos.



-          Se ha conseguido invertir la tendencia del paro. A pesar de que Europa no repunta, se dice pronto. Y España crece más que la media Europea. Pues hoy mismo, me ha llegado una gracieta de amiguetes más bien de derechas en la que dicen que Rajoy es el mejor portero de la historia, 6 millones de parados.



-          En lo de Bolinaga no entraré. Pero basta eso para que algunos acusen al Gobierno de poco menos que colaborar con ETA. Al primer gobierno sin asesinatos, sin extorsión y firme en la exigencia de disolución de la organización criminal.



Y así una tras otra. Para esta derecha Rajoy es un pasmado, un manso, un izquierdista, un traidor y no hay diferencia con ZP. 



Aun no lo tengo muy claro, lo estoy digiriendo. Pero me da que si la debilidad de la izquierda es la fantasía y su consiguiente pérdida del sentido de la realidad, la debilidad de la derecha puede ser su deseo de seguridad, de claridad absoluta, con la consiguiente pérdida del sentido de la medida y la proporción.


Obviamente también hay simple discrepacia interna. Partidarios de que se hubiese llevado a cabo una nueva ley del aborto o de que en general se mantuviesen perfiles de oposición más marcados frente a ETA, el nacionalismo, la izquierda... Pero eso es así en todos los partidos y no creo que generase un nivel de tensión tan alto como el que se ve hoy día en el entorno de la derecha. 
Hoy algunos Medios mantienen una lupa permanente sobre el Gobierno Rajoy juzgando cada acto en términos esencialistas, olvidando enmarcarlos en la línea de acción general, descontextualizándolos.